sábado, 3 de abril de 2010

VALLEJO SIN FRONTERAS DE PEDRO GRANADOS



Una de las alas más importantes de la prolífica labor del escritor y poeta, Pedro Granados, discurre en propender por las sendas de la heterodoxia –sin dejar de lado el rigor intelectual, como afirma el autor–, la exegesis de la vida y obra de César Vallejo.
Granados, ha logrado revelar a través de sus obras, verbigracia, Poéticas y utopías de César Vallejo, nuevas aristas, nuevas cimas, penetrando en lo ignoto, descubriendo inéditas facetas del autor de Trilce. Tiene muy claro que los estudios que pesan sobre el poeta hasta la actualidad, son cíclicos y por ende, interminables. Advierte que para encontrar a Vallejo en su laboratorio vital, es decir, en su creación incesante de luces multicolores, se hace necesario utilizar aquel prisma, que a la postre nos brinde –como en la ciencia– una real aproximación al conocimiento de este gran hombre que nació, vivió y murió enmarcado en los cánones de un autentico y revolucionario creador.

Vallejo sin fronteras, su nueva obra, es el súmmum de toda una gama de artículos, reseñas, crónicas, ensayos, talleres, etc., entre las cuales podemos destacar:

I. ARTÍCULOS
a) “Compromiso y magia en la poesía de agitación política. El caso de Roque Dalton (y César Vallejo)”. V Congreso Internacional de Literatura Hispánica. Lima, en el 2006.
b) “El diálogo Borges-Vallejo: un silencio elocuente”. 2007.
c) “Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana”. 2007.
d) Santo Domingo, Dominican Republic. 2008.
e) “El taller literario César Vallejo en la República Dominicana”. 2008.
f) “Mujer, fatal, compañera y madre en la poesía de César Vallejo”. 2010.

II. RESEÑAS Y CRÓNICAS

a) “Crónica de Santiago de Chuco. César Vallejo: al filo del reglamento”. 2005.
b) “César Vallejo y su pensamiento cuantitativo”. Escritores y poetas en español. www.letras.s5.com 2005.
c) Stumbling Between several enemies? (Reseña al libro de Stephen Hart, Stumbling Between 46 star). 2008.
d) “Trilce y Georgette” (Reseña al libro de Miguel Pachas, Georgette Vallejo al fin de la batalla). 2008.

Transcribo, a continuación, las palabras de presentación hecha por Pedro Granados, sobre su obra en ciernes:

“Vallejo sin fronteras” alude, en estos textos posteriores a mi tesis de doctorado para Boston University --Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo (Lima: Fondo editorial PUCP, 2004), precisamente a explicitar y enfatizar aquella radical condición de la obra lírica del peruano. El presente volumen lo constituyen nueve ensayos (entre artículos, reseñas y una crónica), escritos durante los últimos cinco años, cuyo repaso de los títulos resulta de por sí ilustrativo. De este modo, y atendiendo la secuencia, hayamos los poemas de Vallejo ventilados desde su dimensión femenina: la inherente al propio yo poético y, simultáneamente, la vinculada a la mujer como tema o referente; dimensión femenina de la que, asimismo, se intenta explicar su proceso de construcción o articulación semántica desde Los heraldos negros hasta “España, aparta de mí este cáliz”.

Respecto a “El Taller Literario César Vallejo en la República Dominicana”, este artículo tiene que ver con la recepción del autor de Trilce en contextos tan poco estudiados como las Antillas; y, en este caso particular, la ciudad de Santo Domingo durante la década del 80. Taller que, además, y sin exagerar un ápice, hizo posible la experimentación y el posterior desarrollo de una propuesta poética plenamente moderna (ahora mismo postmoderna) como es el caso de la destacada --y hoy por hoy en pleno auge-- poesía dominicana.


Luego, sigue un ensayo que intenta leer Trilce desde la clave de la marinera limeña; es decir, desde el contexto de la modernización de Lima (años 20) y la gravitación de la clase proletaria... en específico, desde la quinta o el callejón donde los obreros --y César Vallejo acaso como un curioso provinciano o un polizón sin barrio-- celebraban la vida con aquel ritmo de raíz afro-peruana. Obvio, es un intento de encarnar aquel poemario de 1922 y rescatar --incluso el debatido significado de su título-- de la mitología internacional, con empaque académico, desde donde usualmente se lo lee; como del cerrado coto andino o abalorio de anécdotas que, igualmente, sólo por inercia mental permitimos continúe aquel libro maniatado.

Por otro lado, “El diálogo Borges-Vallejo: un silencio elocuente” (ensayo publicado en Variaciones Borges) contribuye, tal como leemos en un portal de la Web:
“a la comprensión de dos sensibilidades poéticas altamente incompatibles y aparentemente disociadas que la crítica suele ubicar en estancos separados pese a formar parte de un mismo momento literario […] Como es bien sabido, las trayectorias de ambos siguen caminos divergentes dentro de la renovación poética de vanguardia; sin embargo, en la obra de uno y otro pueden detectarse ecos de un diálogo indirecto y polémico. En este ensayo se ofrecen algunos vestigios que apoyan tal conjetura, pero sobre todo se busca profundizar en aspectos definitorios de ambas poéticas y delinear correspondencias entrañables entre una y otra”
[http://www.connotas.uson.mx/vol8/resumenes_ingles.htm]

Por lo tanto, el lema “Vallejo sin fronteras” se corrobora nuevamente en tanto, esta vez, construye un diálogo intelectual aparentemente imposible; e ilustra, adicionalmente, un gesto fundamental en el ámbito de hacer más productiva --vía el conocimiento mutuo y la tolerancia-- la convivencia (en este caso poética) entre nuestras sociedades y culturas.

Culminando el apartado “Artículos”, nos encontramos con un texto que pone de relieve la radicalidad y, simultáneamente, la complejidad del compromiso político de un autor como el salvadoreño Roque Dalton. Poeta, este último, que se consideraba él mismo como miembro integrante de la “Familia Vallejo” (frente a la “Familia Neruda”), entre sus colegas escritores, y en cuya obra comprobamos precisamente aquello: sus afinidades artísticas, filosóficas e ideológicas con la poesía del peruano.

En lo concerniente a las “Reseñas y crónicas”, aunque en este formato “menor”, también ventilan aspectos poco transitados por la crítica vallejiana y, en general, se vinculan a lo estudiado asimismo en los artículos. De este modo, el tema de Georgette Philippart es tratado tanto en relación al libro de Miguel Pachas (Georgette Vallejo, al fin de la batalla) como en lo relativo al volumen de Stephen Hart (Stumbling between 46 stars), en particular, al video adjunto a este libro que recrea las relaciones entre ambos esposos y, concretamente, especula sobre el rol más bien siniestro de Georgette en el destino de los desaparecidos manuscritos de Vallejo. En general, respecto al papel de la célebre viuda en la vida literaria de su esposo, en estas reseñas se matizan o problematizan automáticas adhesiones o detracciones. Georgette Philippart, no sabemos si fue realmente la celosa guardiana de los poemas póstumos de su esposo; pero sí, con seguridad, la primera que creó --en cuanto lectora-- un tipo de Vallejo. Aquel del perfil político o comprometido, en desmedro de uno anterior a ella: el yo poético de Los heraldos negros y Trilce.

Los textos restantes, una reseña y aquél titulado “Crónica de Santiago de Chuco. César Vallejo: al filo del reglamento”, no hacen sino reiterar y continuar ilustrando aquella vocación por la complejidad, simultaneidad y alcance sin fronteras que percibimos en la poesía vallejiana. Ejemplo sin par, creemos, de obra abierta y en diálogo constante con lo que somos, con lo que podemos llegar a ser.

Saludamos, desde ya, Vallejo sin fronteras, de Pedro Granados, una obra, sin duda, de vital importancia para conocer más de cerca al escritor y poeta, César Vallejo.

jueves, 1 de abril de 2010

CÉSAR VALLEJO Y LA ÉTICA JURÍDICA


CÉSAR VALLEJO *


“El momento más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel del Perú”
César Vallejo.

Uno de los momentos más cruciales en la existencia del escritor César Vallejo, fue el ser encarcelado injustamente tras los sucesos del 1 de agosto de 1920, en su inolvidable “Ciliado arrecife”, Santiago de Chuco. Lo abominable de este suceso es que, Vallejo tuvo que sufrir las consecuencias de una venganza política, que unida a la corrupción del Poder Judicial, le obligaron, abusivamente, su internamiento en las sucias y oscuras celdas trujillanas, por 112 días.

Oh las cuatro paredes de la celda.
Ah las cuatro paredes albicantes
Que sin remedio dan al mismo número.

Criadero de nervios…

Si tuviéramos la capacidad de medir el tremendo impacto que causa al hombre la pérdida de su libertad, sería posible conocer la magnitud del dolor que sufrió Vallejo por una prisión injusta. La condición de la libertad es inherente al hombre, nos dice Rousseau. Y Vallejo luchó por ella.

Es posible me persigan hasta cuatro
magistrados vuelto. Es posible me juzguen pedro.

Luego de ser perseguido y capturado, es encarcelado el 6 de noviembre de 1920. Tenía 28 años y no solo era Bachiller en Letras, sino, además, un hombre que había seguido tres años de leyes en la misma universidad de La Libertad. Sus notables conocimientos sobre jurisprudencia le permitieron iniciar su propia defensa.

Tras haber presentado su primer recurso de queja ante el Presidente del Tribunal Correccional por “detención arbitraria” y designado como defensor al Dr. Carlos C. Godoy; el 15 de diciembre presenta su segundo recurso: “César Vallejo, detenido en la cárcel, por los sucesos de Santiago de Chuco…expone: Que el Tribunal Correccional no ha tenido oportunidad todavía de examinar este proceso; pero estamos seguros de que cuando lo estudie, adquirirá la convicción de que ha sido generado sólo por las pasiones políticas, prontas a la calumnia i a otras manifestaciones de la delincuencia, cuando falta en sus agentes el elemento morigerador de la honradez moral…” (1)

El 12 de febrero de 1921, le escribe a su amigo Oscar Imaña:

“En mi celda leo de cuando en cuando; muy de breve en breve cavilo y me muerdo los codos de rabia, no precisamente por aquello del honor, sino por la privación material, completamente material de mi libertad animal. Es cosa fea ésta, Oscar. También escribo de vez en vez, y si viene a mi alma algún aliento dulce, es la luz del recuerdo… ¡Oh el recuerdo en la prisión! Como él llega y cae en el corazón, y aceita con melancolía esta máquina ya tan descompuesta…”

El correcto argumento vallejiano sobre los motivos que privaban su libertad, eran sustentadas desde sus inicios ante los ojos de la justicia. Pero aquellos ojos se negaban a ver la verdad; oscuros y maléficos propósitos las impedían. Luego de reiteradas y sucesivas peticiones por su libertad, confronta a las autoridades judiciales (14 de febrero) a resolver el problema según los procedimientos legales vigentes, brindando el poeta, a la luz de aquellos años, una ejemplar ética jurídica: “Mi situación actual en este proceso es tan anómala, que me veo en el caso de ocurrir por última vez al Tribunal Correccional, a fin de que se sirva definirla en el día, protestando en caso contrario, la correspondiente QUEJA ante la Corte Suprema de Justicia, sin perjuicio de la acción que pudiera ejercitar el Ministerio Fiscal…” (2)

Valientes palabras que, increíblemente, las autoridades se dieron por ofendidos, tomándolo como una gran falta de respeto. ¿Falta de respeto? ¿Exigir derechos inalienables a la condición humana, como exigir justicia, constituye, acaso, una afrenta a nuestros representantes de uno de los poderes más importantes de todo Estado? Y así fue, ordenaron “testar las palabras irrespetuosas que contiene el escrito…”

Como siempre, diversos hombres de letras, periodistas, dirigentes y estudiantes universitarios; amantes de la verdad y de la justicia, se solidarizaron y exigieron la libertad del poeta.

Vallejo cruzó la puerta de aquellas cuatro paredes albicantes, al crepúsculo de un 26 de febrero de 1921, y allí estuvieron sus amigos de verdad, sus defensores incondicionales que lo abrazaron, y el poeta se quiebra; son lágrimas de hombre que sufrió en carne propia la injusticia.

El 8 de mayo de 1921, Vallejo declara ante la prensa limeña, su alegato primigenio, inalterable y que hoy es una verdad a todas luces: “…Soy totalmente extraño a los salvajes sucesos acaecidos en agosto en Santiago de Chuco; mi conciencia y la vindicta pública lo proclaman. Se me acusó, con plena certidumbre de que se me calumniaba infamemente, y, sólo por ciertos resquemores y venganzas de política provinciana de que son víctimas ahora algunos hermanos míos residentes en el norte…

Iturri ha tenido y tiene para escuchar su actuación un buen padrino en el seno del Tribunal Correccional, y, así es como se explica, que esta instrucción haya sido aprobada contra todo derecho y toda conciencia. Yo la afirmo y sostengo en todo terreno…” (3)

Sin embargo, Vallejo, el hombre, el Poeta, sacó fuerzas sobrehumanas y trascendió a límites insospechables con una creación que brota del alma: Trilce. Sólo su genialidad que lo singulariza todo, hizo de él un digno ejemplo a emular.

Vallejo partió del Perú con este inmenso cargo pendiente. El proceso siguió su curso implacable. Los exhortos y órdenes de extradición para encarcelarlo nuevamente, duraron hasta el 12 de febrero de 1927.

“El momento más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel del Perú”, recordaría Vallejo, en Poemas humanos. Murió en 1938, alejado de su país al que amó tanto, como un perseguido por la justicia, Perdónanos César.

DATOS
* Oleo de César Vallejo. Archivo Max Silva Tuesta.
(1) Germán Patrón Candela. El Proceso Vallejo, UNT. 1992. pp. 291-292.
(2) Ibídem, pp. 318-319.
(3) La prisión de César Vallejo en la cárcel de Trujillo. La Crónica, Lima, 8 de mayo de 1921, p.2. Véase en Enrique Ballón Aguirre. César Vallejo. Crónicas, Universidad Nacional Autónoma de México. México, 1984, Tomo I, p. 37-38.

CÉSAR VALLEJO Y LA RESPONSABILIDAD DEL ESCRITOR


CÉSAR VALLEJO *


“Los responsables de lo que sucede en el mundo somos los escritores… ”
César Vallejo.

En los últimos años acrece el estudio de la vida y obra de nuestro escritor y poeta, César Vallejo. Dichos estudios intentan aproximarse a la interpretación cabal de cada una de sus aristas: humanista, marxista, teológica, antropológica, filosófica, metafísica, etc. Sin embargo, ¿En que medida nos hemos aproximado a la óptica vallejiana sobre el rol del escritor en la sociedad? ¿Cuánto hemos superado nuestro individualismo que impide aquella unidad excelsa que clama el poeta?

Sin temor a equivocarme, la responsabilidad del escritor –en el mundo, en general, y en el Perú, en particular–, dista mucho de la óptica vallejiana. Para Vallejo la responsabilidad del escritor es biunívoca y consustancial con el pueblo y con los sucesos que marcan la historia. En su flamante discurso leído en España en 1937, en el II Congreso Internacional de Escritores Revolucionarios Antifascistas denominado “Congreso para la defensa de la cultura”, Vallejo analiza el papel del escritor en tan aciagas circunstancias para el pueblo español: “Por desgracia, la conciencia de la responsabilidad profesional del escritor no está bastante desenvuelta entre la mayoría de los escritores del mundo…”, observación valedera que todavía subsiste, y fundamenta las causas del fenómeno enclaustrado en la oscura omisión: “…la mayor parte de los escritores se callan ante las persecuciones de los gobernantes imperantes; nadie pronuncia una palabra en contra, y esta es una actitud muy cómoda…”.

Georgette Vallejo afirma que el autor de Trilce levantaba su voz ante cualquier hecho execrable: “¿Crees que no hubiera sido partidario de Fidel Castro? Y siendo partidario, ¿Se callaría? ¿Se callaría cuando hay un Javier Heraud asesinado? Vallejo no era de los que se callaban”. (1) Y yo pregunto; ¿Se hubiese callado Vallejo ante los deplorables sucesos de Bagua? Por supuesto que no. Y al respecto, ¿Cuál fue el papel de los escritores peruanos? Mutismo mayoritario de la oficialidad intelectual y un tenue e ignorado pronunciamiento de los escritores emergentes donde me incluyo.

“En la mayoría de los casos, los escritores no tenemos heroicidad, no tenemos espíritu de sacrificio”, nos dice Vallejo, y luego nos exhorta: “Hora es de asumir vuestro papel valerosamente, tanto en las horas en que estamos bajo un gobierno propicio, como también en las horas en que estamos bajo un gobierno adverso”. Una prueba contundente de su consecuencia política, fue cuando renunció al lado de Xavier Abril a la beca española en 1926 “por no poder soportar el ambiente del gobierno de Primo de Rivera”. (2)

Puedo entonces asegurar, a manera de conclusión, que es mucho más fácil interpretar la obra vallejiana, que emular sus huellas como escritor consecuente –basados en principios e ideales– en defensa de nuestro pueblo.

Finalmente, Vallejo lanza una proclama con la autoridad que brinda su intachable conducta de escritor revolucionario: “Los responsables de lo que sucede en el mundo somos los escritores, porque tenemos el arma más formidable, que es el verbo. Arquímedes dijo: “Dadme un punto de apoyo, la palabra justa, el asunto justo, y moveré el mundo”; a nosotros, que poseemos ese punto de apoyo, nuestra pluma, nos toca pues, mover al mundo con esta arma”. (3)

DATOS:

* óleo de César Vallejo por Bruno Portuguez Nolasco.

(1) Imágenes de Georgette. La República, 9-12-84.

(2) Concha Meléndez, “Muerte y resurrección”, p. 427. ; Luis Monguió, “César Vallejo: vida y obra”, p. 31.

(3) Intervención de César Vallejo en el II Congreso Internacional de escritores, publicado en “El mono azul” de Madrid. Véase en César Vallejo. Artículo y Crónicas (1918-1939) de Jorge Puccinelli, pp. 641-644.

Datos personales

Mi foto
Chincha Alta, 1962. Magister en Educación. Es autor de los libros Georgette Vallejo al fin de la batalla (2008) y César Vallejo y su América Hispana (2014).